Vamos nena Prende mi Fuego.

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Come on baby light my fire (8)

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Siento que te estoy necesitando
de a poco.

Creo que te estoy extrañando,
Quizás me vuelva loco.

Me siento
'afuera de ningún lugar'.
A veces, a mi mismo me miento.
Debería quedarme a esperar
aunque eso, me llegara a matar.

La clase irreverente en un escritor de clase.

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Ensayo sobre 'El inútil de la Familia', de Joaquín Edwards Bello.

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“La hipocresía es el homenaje que el vicio tributa a la virtud”
François De La Rochefoucauld


Como dijo Jorge en alguna entrevista: "Nunca se decía el tío Joaquín, a secas. Siempre era el inútil de Joaquín” . A través de esta frase se notan las diferencias que tenía Joaquín con su familia, ya que siempre fue catalogado como un desadaptado y descarriado a los ojos de la alta sociedad a la que pertenecía. Los Edwards Bello nunca aprobaron la forma de vivir de Joaquín, nunca aceptaron sus parrandas, sus conductas ludópatas, su adicción a la “mala vida”, su relación (muchas veces amorosa) con estratos sociales más bajos, pero por sobre todo su miserabilismo siempre exhibido en bares, prostíbulos y garitos de mala muerte. Salvo excepciones, como el primo Andresito, que le aconsejó en momentos claves de su vida; Luis Emilio, su hermano, que le brindó todo su apoyo y asistió a la ceremonia cuando Joaquín decidió casarse con Mayita; su familia se mantenía indiferente ante las acciones y omisiones de la vida de Joaquín.
En su juventud, Joaquín tuvo que enfrentarse junto a su familia a una situación complicadísima, la muerte de su padre en París. Joaquín en esos últimos días de vida del progenitor, había tomado conciencia de la mala situación en que se encontraba, demostrando cierta indiferencia, la cual se dio, quizás, por su edad. Finalmente muere Joaquín Edwards Garriga, después de haber tenido un diálogo con su hijo, en el cual le deja una pistola como legado.
Luego del velorio, Joaquín le comenta a su hermano Luis Emilio, el episodio que vivió junto a su padre y la pistola. Después le pregunta, sin mayores preámbulos, cuánto creía él que iban a heredar entre los dos. Él responde… poco,… es ahí cuando nace la idea de parte de Joaquín de jugarse la herencia, al intentar doblarla, o simplemente quedarse sin nada; esta conducta fue una de las primeras que darían un indicio de una actitud ludópata que llevaría Joaquín toda su vida. Esta tendencia suya, lo llevó a la derrota muchas veces (lo primero que se cuenta en el libro es una desgracia ocurrida en el hipódromo, varios años después), así como a la victoria, otras tantas (en un buque camino a Brasil; llegó a ganar cifras astronómicas… para luego perderlo todo). Esto último es para sentirse cercano al chile popular al que siempre perteneció en pensamiento, pero que no demostró en su diario vivir excepto en contadas ocasiones (al final de la novela, Joaquín termina viviendo en la calle Santo Domingo, en el centro de Santiago, lugar ocupado por personas de una condición socioeconómica media, pero…. feliz). Esta característica suya lo impulsó a relacionarse, muchas veces, con estratos sociales más bajos, sintiéndose a gusto con esta gente.
Durante toda su vida Joaquín se sintió disgusto con su estrato social alto, por esto tendió a buscar una estabilidad social que solo podía otorgársela la clase baja. Esto se representaba por los lugares mal vistos que visitaba constantemente (como por ejemplo en el capítulo VI, cuando él se asoma en el “Popular” y se deja notar que no es primera vez que concurre a este garito clandestino). Acciones que Joaquín realizaba y que eran, sin duda, imperdonables para un hijo de la aristocracia criolla de ese tiempo. Él no necesitaba las damas refinadas de las castas altas de Chile, no necesitaba los protocolos escritos en el siglo anterior; sino (como ejemplifica en el mismo capítulo, de forma muy asertiva) que disfrutaba de la compañía de las damas de la noche, esas mujeres de muslos flácidos, o quizás, de alguna campesina robusta, de prominentes atributos, comiendo marraqueta dura con pebre y leyendo algún libro de corte socialista.
El “inútil” como lo denominaba su familia, tenía ideas muy transgresoras para su tiempo. Se declaraba: ateo, socialista, bohemio, un desgraciado de mala fortuna, idealista del Chile antiguo; pese a que estos temas los analizaba y conversada sólo con gente fuera de su núcleo social, usualmente periodistas, anarquistas desdentados, jefes políticos derrocados o poetas urbanos. Así es como se deja ver que Joaquín quizás nunca tuvo el suficiente valor para hablar estos mismos temas con gente de su alta alcurnia, personas que comúnmente visitaban su hogar. Él, no fue capaz de enfrentar cara a cara a estos jefes sociales del pasado Chile, no fue capaz de exponer todas sus ideas revolucionarias en pos del pueblo en alguna reunión de esa época. Debido a esto, se nota que Joaquín era una persona hipócrita, una persona que de la boca hacia afuera podía hablar mucho, una persona que en un núcleo que en el cual se sentía seguro podía explayarse sin problemas, pero cuando tenía la oportunidad de enfrentar a los supuestos “dueños de Chile” para lograr implantar una idea en sus cabezas, prefería evitarlos… huir.
Pero la única relación que Joaquín mantenía hacia su antigua casta, de la cual renegaba, era a través de lo que salía de su pluma. Cuando Joaquín publica su primer libro (“El inútil”) no es el pueblo el cual llega a reclamarle o a comentar su trabajo a sus espaldas, es su ex clase social la que analiza cada mensaje que está presente en el libro, cada ideal que Joaquín escupe a los chilenos de ese tiempo.
¿No habrá sido ésta, una forma de llamar la atención para tener un reconocimiento que quizás anhelaba? No, porque nunca buscó vivir en un palacio, nunca anheló ganar grandes premios literarios ni mucho menos, ser admirado y ser recordado a través de la historia chilena.
Eduardo Briset es el personaje principal de su ópera prima. Como se plantea, a principios del capítulo X, Joaquín siempre se representó a través de su literatura, pero más enfáticamente en sus personajes. Podríamos decir que cada andanza de Eduardo era una confesión disimulada de la vida del creador. A raíz de esta publicación Joaquín decide dejar el país hacia Brasil, por la reacción que dejó su primer libro. Haciendo un paralelo entre el disgusto que generaron las críticas de Joaquín en los estratos sociales altos; encontramos la indiferencia de la clase baja. Después de las publicaciones, Joaquín siguió siendo el mismo para la baja sociedad. Se mantenía como el apostador rico, usualmente bien vestido que sabía gastar sus billetes. El pueblo nunca supo (o quizás sí, pero no le importó) el escándalo que Joaquín creó. No sabemos si fue porque no les interesaba, porque se sentían ajenos o, porque simplemente, no entendían esos ideales vanguardistas del autor. Edwards siguió visitando los antros de mala muerte como si nada, siguió apostando, tomando y gastando. Él nunca se preocupó de desarrollar sus ideas abiertamente al pueblo, solamente las dialogaba con personas de su calaña; siendo estas visitantes usuales de los lugares a los que Joaquín concurría, no muy distinto a los barrios bohemios del Chile de hoy.
Joaquín solo pudo plantear las ideas que él tenía en sus publicaciones. Como ya declaramos anteriormente, su pensamiento no lo demostraba en público y encontraba una salida a través de la literatura. Joaquín fue un cobarde, hipócrita, una persona que predicaba pero no practicaba; sus supuestas declaraciones solo podía realizarlas desde un escritorio, impresas en algún diario o de lleno en sus novelas, crónicas y ensayos.
Como Jorge plantea en “El Inútil de la familia” “Las novelas de Joaquín son casi siempre autobiografías ficticias, memorias más o menos inventadas. Hasta Teresa, Teresa Iturrigorriaga, la protagonista de La chica del Crillón, es Joaquín. Pedro Plaza, el de Criollos en París, así como el Pedro Wallace de El chileno en Madrid, son Joaquines casi calcados, autorretratos parciales” ; dentro de todos los libros de Joaquín siempre había un personaje que lo representaba cabalmente. Él necesitaba personificarse para expresar sus ideas ya que no tenía la capacidad de decir las cosas sin una máscara, tales cuales eran. ¿Acaso esto no es posible en los artistas y sus obras? En el caso de Joaquín nunca se puede tener certeza, como se aprecia en el personaje del Azafrán en el libro “El chileno en Madrid”, a quien Jorge conoce al paso de muchos años en su departamento y con esto se corrobora que este contraste con la realidad es posible con cada una de sus obras.
A través de este texto hemos plantado muchas veces que Joaquín fue un hipócrita, esto debido a que en su cabeza rondaban muchos ideales por los cuales jamás llegó a combatir o enfrascarse en una pelea. Como se deja ver claramente en el capítulo IX, a su regreso de Brasil (donde vivió austeramente por un tiempo, yendo a favor de sus ideales. Pero que finalmente, cae en la ayuda de sus contactos sociales), no se reunió en primera instancia con la clase baja de ese tiempo; sino que fue recibido por su madre y su normal núcleo social. Se ejemplifica bien en ese capítulo su recibimiento, siendo celebrado con mucha concurrencia de los aristócratas de la época, a excepción de “Cuevitas” y “Negro Jaraquemada”, quienes no fueron invitados por la madre de Joaquín. En esa reunión él y su familia no intentaron dialogar ni tampoco poner sobre el tapete todo el escándalo producido por su primera novela, dando cuenta así también de la hipocresía de la clase social a la que pertenecía.
La única época en la que Joaquín fue consecuente con lo que dijo y pensó, fue al final de sus días luego de casarse con “mayita” (su ex nana) y acoger un hijo que nació fuera de su matrimonio con los cuales convivió en una casa humilde ubicada en un barrio modesto de la capital. El resto de la vida de Joaquín está plagada de contradicciones respecto a su actuar y sus ideales. Es también el último periodo de la vida de Joaquín el único que él califica como feliz y placentero; pero es también el inicio de su decadencia.
Sumando y restando a través de la vida de este hombre, podemos afirmar que, en gran parte, fue un hombre falso, un cultor consuetudinario de la hipocresía como soporte vivencial.

Muerto Varas

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Hasta mi gato escribe mejor poh' weono.

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Oh, ciudad
que nos otorgas confort y bienestar.

Oh, 'gigante' de cemento
que trates de apagarnos con tus lamentos
ajenos a nosotros.

Hay días en que me gustas
me incitas, me engatusas.
Otros, más
me aburres, me molestas
y me hartas.

Pasando tanto tiempo entre
tus RE QUE TE CONTRA
conocidas calles
y tus RE QUE TE CONTRA
recorridos valles.

A veces, extraño,
sí, extraño
tus apacibles tardes.
Tus (al parecer) interminables noches.

...

Lástima, esto solo ocurre
cuando no te tengo cerca.
Cuando no me tienes entre tus brazos.
Quizás me molestan tus lazos.

Por eso, cuando estoy a lo lejos
me detengo a observarte,
uso unos minutos en contemplarte.
Te extrañaré solo cuando no te tenga.

My life be like

10:19 0 Comments



Temazo

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It's times like these that make me say,
Lord if you see me please come my way.
Leavin bread crumbs for when I stray
Rely on sacrifice and the price you paid
Feel me like a fingertip
(flow fingertip flow fingertip)
Sometimes I fall I slip
Got a heartfelt desire be more like you
Trying not to quench your fire by the things that I do

I'm on an island by my lonesome stranded
Low key and stayin' candid
Reflectin on the things I try my hand at
Search for the equations to persuasions I'm used to
Findin comfort in the zones of closet bones I get loose to
A mountainous fontaine,
Spinnin and monsoonin
Grinnin its high octane
This worlds out wacky
Rollin down the hills cause lifes a hassle
Encircled by my folly like a moat surround a castle
Stay afloat,
Catch a second wind thin is the air I breathe
Teary-eyed nose runnin, wipe the snot on my sleeve
I'm callin on my savior to be all that I need
Please forgive me my behavior had me lost at light speed

The fear of never falling in love
And the tears after losing the feelings
Of what you thought love was
Like the dirt still up under the rug
(My life be like)

The joy of new birth and the pain of growing up
The bliss between giving my all and giving up
The highs and lows,
Paths and roads I chose
In the cold I froze
Trying to ease my woes
In this world of sin
Clothes to thin to fend
So to God I send
Words of help to win
In grumblings so deep letters could never express
So the sounds of Ooh Ahh beneath my breath projects

My life be like

My life be like ooh aah ooh
Dum dum diddy
Here comes that boy from the capital city
Last up on the Grits new ditty
But eight bars of the truth will do, eh
I believe there's a pride thats stunning,
And I believe in the kingdom coming
I believe if you seek the truth,
You don't need to look far cuz it's gonna find you

So why, oh why, do I trip and stumble?
And ooh ahh as commitments crumble?
I can't believe that I'm hear again

Completos Desconocidos.

16:14 10 Comments




Se nos viene el primer lugar primer lugar primer lugar (8).

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“Ah si, me acuerdo de ella” me dije a mi mismo apenas vi el cadáver. Era rubia, ojos color azabache, seguramente de alta alcurnia. Yo la conocía, al menos, la había visto más de alguna vez. “Bueno, en este cochino pueblo todos se conocen, la verdad”. Quizás me enamoré de ella, quién sabe. Ayer estuve junto a ella, y mucha más gente. Comenzaron a sonar Los Bunkers en mi mp3 cuando escuché la voz de Álvaro López: “Despertar en las mañanas no me hace demasiado bien, mirar por la ventana ver el cielo oscurecer”. “Sí Álvaro, a mí tampoco me hace demasiado bien”, reflexioné mirando el cadáver. Procederé a narrar los hechos como me fueron ocurriendo:

Salí de mi casa anoche apenas llegó Vargas a buscarme en su Corolla del ’96. Junto a él recorrimos las apacibles calles pueblerinas en su auto. Veníamos conversando temas de sobre mesa:
-¿Así que terminaste con la flaca, Benja? –me preguntó.
-Ya era hora creo yo. A nadie le gusta comerse un chicle pasado y estirado –respondí.
-O sea que no te daba la pasa’ la pobre.
-Jaja, aparte. No me caía bien el suegro. Muy milico el viejo.

Risas. Divisamos nuestro destino desde lejos. Avenida Santa Lucía con 12 de Mayo (justo detrás del Líder), la casa del Flaco Ramírez. El Flaco era lo que se puede llamar un anfitrión de lujo. Ponía a disposición su casa para fiestas semanales o distorsiones varias, entre ellas muchas juergas que terminaban en visitas de los pacos. En fin, tardaría horas y páginas describiendo todo lo que hemos hecho entre esos muros, pero les ahorraré la lata.

Llegamos con mi compañero al lugar. Había un par de personas en la calle, tal como al Flaco no le gustaba. Dato aparte, había muy pocas reglas en esos aposentos, pero las pocas se respetaban. Reconocí a Vicho y a la Gaby apenas estacionamos. Vargas apagó el motor.
-Buenas cabros. ¿Qué pasa? ¿Por qué andan acá afuera? –le pregunté a Vicho.
-Nada Benja, acá degustando un cigarro y conversando una cosa poca. A todo esto esto, ¿por qué no fuiste a entrenar hoy? –me pregunta él.
-Tenía otras que hacer compadre, sorry. –le respondo.
-Claro, si yo te vi con la Estela por ahí –recrimina la Gaby. “Puta –pienso- en este pueblo de mierda todo se sabe, uno no puede ni dar dos pasos sin que la gente ande cahuinando a las espaldas”.
-Eh sí… estaba con ella. A propósito, ¿está acá? –pregunto, escondiendo el interés.
-No no, no sé si vaya a venir –me responde la dama que tengo al frente.
-Seguro que vendrá –interrumpe Vargas- si es igual de carretera que tú. “Tal vez demasiado, creo yo”.

Nos despedimos de la pareja de tabaco-dependientes y nos internamos en la casa. Aprovecho la ocasión para describir el lugar, mal que mal, aquí sucede gran parte de mi relato. La casa da directo a la calle, únicamente dividida por una vereda que de vereda tiene poco y de ante-jardín mucho. Generalmente ahí se estacionan los autos de los asistentes, aunque también, cuando la ocasión lo amerita, lo hacen en el consultorio adyacente. El patio no es muy extenso, aunque, inclinado en su mayoría. Posee un par de árboles, aunque si hay que destacar algo es la hamaca, ya en el fondo de la estancia. Me ahorraré detalles de ese objeto, puesto que, cuando la anoche lo amerita, y la compañía lo acredita, ocurre magia (de la cual, adivinarán, he sido protagonista más de alguna vez). La casa misma está divida en dos. Al entrar te encuentras con un pasillo usualmente lleno de gente. A la derecha, el living; espacioso, ideal para el revuelo. A la izquierda del pasillo yace la cocina, con una mesa central que supera la altura establecida en una casa “normal”. Siguiendo por aquel espacio hay una pieza (la del anfitrión), discreta y oscura. Y un baño, ad hoc para la decadencia. Al fondo del pasillo central de la casa hay una división, pero no ahondaré en eso.

Presentado el escenario, faltan los personajes. Usualmente hay dos tipos de público para los eventos en este lugar. El primero, “los de siempre”, generalmente es mi generación del Salesiano, con algunas excepciones (Félix, el músico del grupo, era del Liceo de Hombres y siempre andaba con nosotros). Nuestro grupo, podría decirse. La segunda división no era tal. Tú te preguntarás, lector, qué o quiénes abarcan esa clasificación. Burdamente te diría “todos”, pero en vista de que ando más asertivo de lo común te declaro, los que quieran llegar; no nos cerramos a nadie. Llegan los que escucharon del evento en la plaza (donde parte esta obra magna), tienen buen trato con el dueño de casa y, por último requisito, tienen dinero en sus arcas. En fin, sin más preámbulos, esos serían los elementos de cada noche. Ahora, aquella velada tenía los siguientes factores: era una noche de invierno, pese a que no asomaba lluvia alguna; era el primer fin de semana de vacaciones por lo que había mucha gente de otros lados; la gran mayoría traía buena pasta, así que cigarros y alcohol no iba a faltar; y, por último (pero no menos importante) iba a ocurrir un asesinato.

Me interné en el hogar dejando a Vargas de lado en la entrada, que estaba saludando a un primo suyo. “A final de cuentas, en este pueblo todos, o se conoce, o son primos”. Saludo a un par de compañeros de colegio y sus pololas, del Inmaculada Concepción. Por ahí veo a Felipe, un genio para las matemáticas que no puede dejar de lado su tequila semanal, también a Toto, el próximo ‘10’ de la selección Chilena según muchos y que, por suerte, juega en el Salesiano. De grupo en grupo me encuentro con Clara, que estaba sentada cerca de Félix (el músico que nombré con anterioridad) en un sillón, fumando Viceroy, sus favoritos.
-¡Buenas mi wacha!
-¡Benjita! ¿Cómo estás mi amor?
-Todo bien preciosa, ¿y tú Félix? ¿Tocando Pearl Jam?
-Como siempre nomás pues, estimado –me responde el joven de la prominente barba-. Supe que terminaste con la Estela perro. “Y volvemos a lo mismo” –me dije.
-Sí… pero bue, no la he visto por acá. ¿Sabes si vien…?
En ese momento se posó mi mirada en un grupo de damas que estaban cerca de la mesa del copete, sirviéndose un vodka. “A lo mina”, pensé yo. Mi acompañante notó mi desdén.
-¿Qué pasó campeón? ¿Te quedaste pegado? –pregunta Clara.
-¿Quién es ella y de dónde salió? –pregunté sin despegar la mirada de aquella mujer de pelo rubio intenso e impactante sonrisa.
-Jaja, es la Daniela Ruiz-Tagle, del Alianza. El Flaco las invito porque la Vivi está de cumpleaños mañana y prefiere salir con todo su grupo de amigas. –Notando mi mirada al escuchar el nombre del colegio de qué proviene mi mejor amiga me responde. –Tranquilo hombre, weca no es.
Quedé impactado ante tal ser. Prefiero retirarme ante la invitación a conocerla, aún no estoy listo. Le pregunté a Félix antes de salir de ahí si la mesa estaba libre, a uso público. Solo me mostró su vaso. Cerveza llena. “Y pensar que este imbécil prefiere la Heiniken a cualquier cerveza”.

Me acerqué a la mesa y comencé a servirme tres dedos de Dominican y dos hielos. Mientras sirvo la escucho. Algo sobre música, conciertos en Chile. Escuché Radiohead por ahí. Muy buena elección, has hecho puntos conmigo, Daniela.

Comienzo a escrutar el ambiente. Veo por ahí a Pipe, un compadre de la infancia, me detengo a saludarlo y a su acompañante, una tal Cami. Me pide un poco de mi vaso, yo le amago y le digo que vaya a buscar. Siguiendo por la jungla del carrete nocturno me encuentro al fin con el dueño de casa, Ricardo Ramírez, mejor conocido como El Flaco.
-¡Perro! ¿Cómo anda todo?
-Bien bien Benja, ¿Tienes un cigarro que me convides? –me pregunta.
-Pero por supuesto. –Le tiendo la cajetilla de Lucky y aprovecho de tomar uno yo. El prende ambos cigarros con un encendedor negro con calaveras rojas. Bastante característico de él.
-‘Ta que arde esto, ¿ah? –le comento al jugador local.
-Espérate un poco a que pongan música. Les dije que tenían hasta las 1 para poner reggaeton y hueas así. De ahí me pongo yo a mezclar.
-Jaja, digno me parece. –Justo cuando termino mi oración, empieza a sonar. One, two three, four – Uno, dos, tres, cuatro.
-A lo que nos convoca, perro –dicho esto, dejo a mi espectador sosteniendo mi vaso. Vacío.

Comienzo a bailar por ahí, los movimientos se apoderan de mí. La verdad, nunca he sido bueno para moverme en la pista, Estela siempre me lo recriminaba. “Si es por ti, bailaría con un tronco” solía decirme. Ahora mismo, me da igual lo que piense ella. Me acerco a Clara y sus amigas, le susurro al oído mi cometido “¿Y si vamos por una pelolais?” Risas de mi compañera, nos acercamos a donde está bailando ella con Jano Ortúzar, un hueón de su colegio. Clara se va con Jano, y yo me quedo con Daniela. Comenzamos a bailar justo cuando cambia la canción. Juan Luis Guerra y su “ojalá que llueva café en el campo que caiga un aguacero de yuca y té”.
-Del Alianza eres, ¿entonces?
-Sí, tú eres Benjamín Torres, del Salesiano. –Me impresionó de frentón, me cacha, por lo menos.
-¿Y como tiene el desagrado de conocerme, señorita?
-Nah’, si tú eres el pololo de la Estela.
Ese comentario me cayó como patada a la boca del estómago. Retrocedí, derrotado. Solo le dediqué un par de sonrisas más en toda la noche. Podría haber sido nuestra, nuestra noche; pero lo arruinó. Me quedé el resto de la velada achacado, apoyado en una pared y bebiendo ron como solamente yo sabía hacerlo; posando el vaso entre mi pulgar y mi índice. Parado ahí, viendo como todos se divertían me dí cuenta de dos cosas. Uno, nadie se acuerda de los payasos y personajes emblemáticos cuando están derrotados, a un costado. Y dos, estaba chato de que me recordaran a Estela con cada frase. Decidí irme de ahí. Vargas ofreció llevarme al ver que me ponía mi chaqueta y salía, pero lo rechacé a cambio de que me obsequiara un par de cigarrillos para el viaje. Lucky Silver, mis favoritos.

Fumando y caminando. Pensando y reflexionando. Ya cuando el trecho se acababa, llego a mi casa. Ya sin ganas de nada, abro la puerta, dejo mi chaqueta colgada y subo a mi pieza. Dejo las llaves, los cigarros y el celular, programo la alarma. 6 A.M.

Me despierto a la hora estipulada, sin saber nada, sin poder quitarme de la cabeza a la tal Daniela. Me pongo un short, no sin antes oler la ropa del día anterior; copete y cigarrillos, mala combinación para un tejido. Salgo de mi casa portando únicamente mi mp3, reproduciendo Los Bunkers. Cuando llegué a la esquina la divisé, botada, allá a lo lejos. Pensé que no era ella, rogué porque no fuera ella. Al estar a menos de dos pasos escucho el verso solemne de Álvaro López a través de mis audífonos y reflexiono. “Lamento no haberme dado la oportunidad de conocerte; lamento no haberte dado la oportunidad de reírte de mí… como todos”. La volteo y descubro dos tajos a la altura del abdomen. “Pendeja cuica” deberán haber pensado los asaltantes de aquella niña que contemplo muerta ahora, y la vi bailando, gozando… horas antes. “Pobre Daniela”.

Pastillas para no soñar.

16:12 0 Comments



Gracias Marcelo por mostrarme este disco.

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Si lo que quieres es vivir cien años
no pruebes los licores del placer.
Si eres alérgico a los desengaños
olvídate de esa mujer.
Compra una máscara antigás,
manténte dentro de la ley.
Si lo que quieres es vivir cien años
haz músculos de cinco a seis.

Y ponte gomina que no te despeine
el vientecillo de la libertad.
Funda un hogar en el que nunca reine
más rey que la seguridad.
Evita el humo de los puros,
reduce la velocidad.
Si lo que quieres es vivir cien años
vacúnate contra el azar.

Deja pasar la tentación
dile a esa chica que no llame más
y si protesta el corazón
en la farmacia puedes preguntar:
¿Tiene pastillas para no soñar?

Si quieres ser Matusalén
vigila tu colesterol
si tu película es vivir cien años,
no lo hagas nunca sin condón.
Es peligroso que tu piel desnuda
roce otra piel sin esterilizar,
que no se infiltre el virus de la duda
en tu cama matrimonial.

Y si en tus noches falta sal,
para eso está el televisor.
Si lo que quieres es cumplir cien años
no vivas como vivo yo.

Manifiesto del Disconforme.

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"Todo porque no tengo gracia" - pensé alguna vez.


He decidido rebelarme. ¡Sí señores, rebelarme! Ir contra los cánones establecidos; ir contra los planos dispuestos. Este acto pueden tomarlo como de insubordinación, indisciplina o cualquier palabra de mierda que empiece con “in” (aunque me sienta bastante “out”) y me hayan escupido a la cara con anticipación… por mí, me da exactamente lo mismo.
Explicaré los motivos de esta manifestación a continuación:
Siento que realmente las estructuras están hechas para romperse; en realidad no debería haber pautas a seguir. Si a ti te dijeron que debías aprender a leer antes que escribir, aprende a escupir antes que hablar. Si te dijeron que aprendieras a gatear antes que caminar, aprende a bailar antes que huir.
El motor de la vida debería ser la espontaneidad. ¡Imaginemos ese Edén, compañeros, si todos no analizáramos con lupa nuestros actos! Si cada persona que pone un grotesco pie en esta polvosa esfera que llamamos planeta fuera ella misma, y no la máscara que se recapacita ser. A través de la explosión, las palabras al viento, la espontaneidad misma nos demuestra de qué madera estamos hechos. No hay que planear un cumplido, tiene que nacerte. No hay que premeditar una patada por la espalda, debe responder a un impulso. No nos deberían recordar que hay que demostrar cariño, deberíamos decir más seguido “te amo”.
Me dan asco los aspectos reglamentarios y normativos de esta vida. Me apestan las figuras literarias. ¿¡Por qué chucha tengo que hacerle caso a un escritor del siglo antepasado empapado en olor a polvo de biblioteca barata y hoja de borroneo!? Esas es frases estructuradas, esas demostraciones de sentimientos calculados, esas estrofas calcu LADAS A TRA PA DAS. De verdad que me apesta la literatura que se estanca.
El ejercicio de aprender a través de la vida está en el superarse a sí mismo. Está en el escribir con lápiz pasta y sin corrector, en rayar mil veces una canción. Quizás, cuando todos nuestros poemas estén tachados y los blogs llenos… seremos más maduros.

Puerta Giratoria

11:08 0 Comments



Supongo que hay que pulirlo.

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Siento que todo se me devuelve.

No puedo quedarme en un sitio,
estático, analítico.

Quizás estoy dando vueltas
y no me doy cuenta.

Te creí ver pasar el otro día,
pero entre cristales no hay mucho que hacer,
solo un guiño y una sonrisa.
Siento que voy a perecer deprisa.

Siento que todo me da vueltas

Como un borracho más,
hablando, solo.

Quizás será que todo se
me devuelve.

A veces, me gustaría poder parar
todo con una patada.

"Romper los cristales, llorar, esperar"

Siento que todo se me devuelve,
que todo me da vueltas
y no veo motivo por el cual no entrar
o salir.