Noche de Campanas.

12:08



Lo escribí para el Cuento Varas del 2008. Quedé súper conforme con el resultado, pero a los jueces no les pareció.


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Doce Campanadas. Estoy esperando en este pequeño espacio, pensando en por qué estoy aquí, por qué no estoy. No logro encontrar respuesta. Busco la salida, muchas paredes, muchos barrotes.

Once Campanadas. Es de noche y siento frío. La celda de piedra es húmeda, aparte que tiene una ventana con fierros al descubierto. Puedo ver a través de aquella mirilla, hermosa luna que se cierne sobre nosotros.

Diez Campanadas. Había una mujer, estoy seguro. Era rubia, bonita sonrisa y mejor presencia. Sentía algo por ella ¿o no? ¿Amor? No logro discernir. ¿Qué era de mí? ¿Pareja? No sé ¿Hermana?

Nueve Campanadas. También había un hombre. Me parecía que tenía una apariencia arrogante, aire de que se creía con la capacidad de ganarle a medio mundo, aunque no tenga ningún título en el cuerpo.

Ocho Campanadas. Seis pasos a la ventana, mirada afuera, viento en la cara; seis pasos devuelta. Hablaron de hacerme pagar. Putas lacras con armaduras brillantes, ¡¿qué fue lo que hice?!

Siete Campanadas. Mucha rabia, ira capaz de maltratar, de herir… de matar. Me doy cuenta de las heridas en los brazos, son cortes no tan profundos que aún no cicatrizan… sangran.

Seis campanadas. ¿Hay una iglesia? Ahí, a través de la ventana, junto a la plaza. También hay una estructura de madera ahí. Pilares paralelos que son cruzados por otro poste, una cuerda baja. Las nubes lo cubren todo.

Cinco Campanadas. Quiero correr Quiero correr Quiero correr Quiero correr Quiero correr Quiero correr Quiero correr Quiero correr Quiero correr Quiero correr.

Cuatro Campanadas y el sol salió. Se acaba la noche y otras esencias también.

Tres Campanadas. Los pasos comienzan a surgir y la vida en mi penitenciaria igual. Los barcos llegan y se encayan al puerto, las gaviotas comienzan su vuelo otra vez, los comerciantes ponen sus matutinos puestos de venta… Cómo si nada cambiara; como si un nacimiento no modificara en nada, como si una muerte modificara todo.

Dos Campanadas. Hay seis pasos a la ventana desde la cama. De la cama a la pared, cuatro y medio. De esa pared a la otra, cinco y tres cuartos. De mi celda a la del lado hay 68 kilos de concreto. De mi celda a la sala del oficial, apenas 28 pasos y dos guardias armados. De esa sala a la plaza, tres escalares de 12, 14 y 12 peldaños y 62 pasos. De mi actualidad a la libertad… no hay distancias.

Una Campanada y me acabo de dar cuenta que estaba contando hacia atrás las horas.

La puerta se abre y entra el soldado, me encadenan y arrastra por el estrecho pasillo; mientras veo los pálidos rostros del resto de los reos aferrados a sus barrotes. Ya afuera, los rayos del sol me queman los ojos mientras recibo los escupitajos de e improperios del público presente.

Ya cuando estaba con la soga al cuello (pero antes de que el piso se me fuera) recordé que la dama se llamaba Amelia, que yo fui su novia tres años al escondite; por su diferencia social conmigo. El petulante bastardo tenía de nombre Manuel, el imbécil que le correspondía según su casta… le dí dos estocadas y tres tiros con pólvora ¿Ella? Solo fue necesario un gatillazo en la sien.

Y ahora que lucho contra el no-aire que trata de entrar a mis pulmones, me doy cuenta de que soy libre y no hay razón para combatir.

2 Posteos. Opina acá.:

Anónimo dijo...

la foto me mata.

josefa dijo...

lo he leido, lo tenog en mis documentos, en mi disco duro, en mi mente y en mi corazon, banederita balnca como le algodon, jajajaja esa wea de pinpon, jajajajaaajajajajajajajajaja
buenisimooo
arrivadachii buona fortunaa fortuny, carax, aldaya, y muchos mas en, la sombraaaaa ! porqe quien lo diceee ? Juan antonio gereeentee! jajajajaja
chao pescado muerto y asecinado.