Aprendí a conocer
a mis viejos
una noche,
caminando por la calle.
Salí de mi casa
sin tabaco, dejando la billetera,
echando chuchás.
Yo los conosco
ellos a mi.
Yo los entiendo
ellos no tanto.
Enumerando sus cagás
recordando las mías.
Agradezco su sinceridad,
sus valores, el bienestar.
Hay gente que te habla
de revolución.
Yo te dije (compañero)
que esa idea, como la ropa,
se lava en casa.
Ellos son los únicos, que,
quizás ciegamente,
se enorgullecen de mis segundos lugares
y, lo más nítido-bonito
es, que me siguen queriendo.
Pandemia
-
Ahora mírame de lejos
y de reojo
si te acercas
que tus ojos apunten al suelo
contén la respiración
circula rápido
mantente distante
controla cada movimiento
...
Hace 4 años.
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