Es que quizás
siempre quisimos trascender
y nunca pudimos atrevernos
a que nos escupieran en la cara.
Nos creemos dueños del mundo
pero nos parece un monstruo
demasiado ajeno
como para mantenerlo en nuestro regazo.
Estamos condenados
a escribir locuras
y vivir rutinas,
a enamorarnos de incorrespondidas,
a escribir versos
que no serán leídos por nadie.
Nuestra misión es
vaciar el corazón de las botellas
y para ver las estrellas.
Somos los hijos
de los que perdieron la guerra civil
Somos nada.
No, mejor dicho
No Somos Nada.